Cuando el ego busca, la conciencia evita y la culpa decide
Diferenciemos lo primero entre las dos acepciones del ego: el ego como la tendencia a estar centrado demasiado en uno mismo, con características narcisistas despreciativas hacia los demás y egoísta, y el ego refiriéndonos al yo, como la entidad base, la que hace tener conciencia de uno mismo y de su propia identidad, sin psicopatologías asociadas.
Hay infinidad de formas de ser, que en la manifestación emocional y comportamental muestran esas alteraciones del ego que producen, en muchas ocasiones ,sufrimiento a uno mismo, por exceso o por defecto de ego, y a los demás. En el fondo siempre está la educación recibida, religión, moralidad, culpa y la autoestima.
Vivir en un ambiente normativo y fomentando la autocrítica, asociar desde pequeñitos lo bueno y sobre todo lo malo y sus consecuencias a la responsabilidad de uno mismo hace que desarrollemos un sentimiento de culpa, que es el motor oculto de nuestra conciencia y del hacer o no hacer, aún deseando algo, cada día.
El sentimiento de culpa se produce y reproduce a través de un diálogo interno en el que nos regañamos, nos reprochamos, nos advertimos... el sentimiento de culpa nos juzga permanentemente, y aunque es una forma de autorreflexión sobre la moralidad de lo que deseamos y hacemos, la culpa es básicamente un autocastigo. Es un malestar y una angustia inútil e innecesaria. Es un pensamiento rígido que se ancla en tu cabeza y se convierte en obsesivo.
La relación entre el yo, la conciencia y la culpa hace que muchas personas se conviertan en esclavos de lo que se espera de ellos desde fuera, pero que ya además tienen interiorizado y se limitan, se prohíben y se anulan por esas consecuencias terribles que solo existen en su conciencia aprendida. Es sentir que se ha fallado a alguien o a uno mismo. La culpa crea depresión e inseguridad y es una de las armas mayores armas de manipulación emocional, por parte de otros y con uno mismo, ya lo decía Erich From..
Después, y volviendo al principio, existen las circunstancias en las que el ego busca para autorreforzarse, inflarse , cuando el ego necesita sus dosis para sentirse seguro y presente para los demás, para sentirse importante... pero la posibilidad de obtenerlo es a través de algo que en su sistema de creencias va a producir una disonancia y la culpa.
A veces cuando se necesita imperiosamente ser valorado, saber que eres importante para alguien y no a través de cualquier alguien claro, (porque no te serviría), cuando incluso esos alguienes a ti te dan igual como personas pero los utilizas para tu fin, por su estatus, su aspecto físico, su actitud emocional hacia a ti que te da un chute de autoestima… cuando necesitas sentirte más grande y sabes cómo resolver eso y sabes la forma de conseguirlo, pero también sabes que no es lo que tu moral te permite, es entonces los mecanismos conductuales de búsqueda de refuerzo del ego, pueden ser indirectos para despistar a tu conciencia y/o a tu orgullo, y poder seguir adelante en esa necesidad tuya de conseguir el refuerzo. Y la otra persona, la utilizada y consciente de ello, que no es fácil darse cuenta cuando hay sentimientos (amistad, relaciones de pareja, amores unidireccionales) podría pensar algo así como: «Apareces y te acercas encantador, para inflar tu ego y te alejas cuando no le vengo bien a tu conciencia o a tus planes». Eso daña la autoestima del otro y le desorienta en cuál es realmente el fondo de la relación con esa persona, sea del tipo que sea. Utilizar a los otros es un acto de menosprecio, y explícitamente «dejar de utilizarlos» y desaparecer gratuitamente ,es un acto de desprecio que si el otro ve y consiente, se convierte en una humillación para uno mismo. El que es consciente, consiente y mantiene esa actitud en el egoísta, se está humillando y le está reforzando en tu utilización continua.
Hay muchas formas de «sentirte más» sin sentirlo, ni serlo a través del trabajo, del dinero, de la religión, de las amistades, (las apariencias tan utilizadas y tan bien vistas) pero utilizar a otros, a personas, quizás por la facilidad del vínculo emocional que sabes que la otra persona tiene, eso no debería ocurrir nunca. El ego y la culpa deben servir para limitarte en lo objetivamente inadecuado, objetivamente (repito) para ti, y la falta de autoestima no debe suplirse con el uso de los otros. Ser un yo aparente, un yo ideal distinto de tu yo real, solo, siempre te va a aportar sufrimiento en beneficio del posible que dirán los otros y tu conciencia rígida e inadaptada. Será un continuo teatro que tarde o temprano se desmonta cuando algo, subjetivamente «no correcto» aparezca, y que no puedas controlar. Esa conciencia tuya es aprendida, mantenida y aplicada independientemente de tu verdadera esencia y de tu verdadero ser. Te conviertes en un Tú para siempre, juzgado , no disfrutado y también utilizado por tí mismo, y con sufrimiento.
El verdadero tú es el que espontáneamente aparece, déjale ser, y aunque tengas miedo por tus creencias, experimenta verte en algún momento, no a escondidas, porque la conciencia siempre te persigue; inténtalo sin la voz de la autocrítica y disfrútate.
Tienes a una persona magnífica escondida que está deseando disfrutar de la vida y de que los demás disfruten de ti. Solo hay que ser consciente de uno mismo, con el uno mismo irrepetible y bueno que eres y dejar de juzgarte por cosas que si tú deseas es porque están en el registro de tu felicidad. No te sientas menos y no te valores por cosas efímeras. ¡Qué superficial cuando lo que realmente quieres es parecer honesto y profundo!
Te sometes y te anulas por el qué dirán, y por cómo te va a maltratar la culpa y…
Al final en estas circunstancias, si eres cobarde, siempre gana la culpa, inútil como ya te habrás dado cuenta. El autoengaño no te protege,te priva de ser tú magnífico.
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