La nueva normalidad la decide nuestro cerebro. Cómo controlarlo.

Nuestro cerebro reacciona de forma confusa ante esta nueva propuesta de realidad. «Nueva» significa cambios y «normalidad» significa lo habitual. Nos cuesta adaptarnos con mayor dificultad cuanto más radical es el cambio que se nos plantea, cuanto más distante y distinto es de nuestra normalidad, la de cada uno y la social, la practicada y aprendida durante todos nuestros años de vida. Primero ocurre una pandemia sobre la que nadie pudo anticipar que iba a ser así y de inmediato un confinamiento. En general ha tenido grandes repercusiones y secuelas importantes a nivel psicológico y también al resto de niveles que en mayor o menor medida cada uno estamos sufriendo. Cortarnos la normalidad de forma absoluta a «descolocado» a nuestro cerebro que quería seguir cómodo sin tener que inventarse una nueva forma de vida y con un miedo que en gran medida ha ayudado al confinamiento. Es más difícil confinarse (para protegerse) que desconfinarse (para normalizarse) aunque el peligro siga ahí fuera. Hay más diferencia y dificultad , por lo que decía antes,en asumir un cambio cuanto más se aleja de nuestra normalidad. Quienes lo han notado menos han sido quienes han seguido saliendo a trabajar porque gran parte de su día se ha mantenido en la normalidad, y por esa misma razón son ahora quienes menos dificultad o más facilidad tienen en el desconfinamiento. Se han movido en un término medio y han seguido «expuestos»al peligro de ahí fuera con lo que tienen menos miedo ahora.

El problema de la «nueva» normalidad, es que nuevamente se nos plantea otra situación, nueva para nosotros y tenemos que reinventarnos. La jugada del cerebro aquí es que no sabe si quiere seguir confinado porque, en muchos casos, ya se ha adaptado, o si quiere salir por fin y olvidarse de esta pesadilla, con más o con menos miedo y con más o con menos autoengaño. El deseo de «lo de siempre» va a hacer que cometamos errores obviando, obviando que el virus sigue ahí fuera y con la misma capacidad de matar.

A penas hemos visto imágenes de cuántos y cuántos muertos han habido y ésto relativiza en nuestro cerebro el peligro,relativiza la realidad de que sigue ahí ese virus que mata. Quienes han vivido de cerca estas situaciones son quienes lo saben, éstas personas no se desconfinan «alegremente» olvidándose de la responsabilidad de protegerse y de proteger a los demás.

Que nos «den permiso» para salir hace que nuestra psique , en general, escoja selectivamente sin darnos cuenta, lo que se asemeja a lo de siempre, lo que nos hace sentir cómodos, y seguros, pero Antes. Somos seres sociales y necesitamos por naturaleza besar, abrazar, compartir… pero ahora con todos los límites, y eso nuestro cerebro no logra aprenderlo tan rápidamente como se nos plantea y actúa de forma automática, como antes. Necesitamos de la norma mental de que no podemos o no debemos algunas conductas, porque si no, actuamos como siempre, es la tendencia natural. En cuanto que salimos, y ya estamos con amigos, familiares,disfrutando, con distensión, «recuperando» nuestra vida, tendemos a relajar las normas e incluso a olvidarlas porque esencialmente es ir contra natura, pero por eso debemos tener siempre presente el chip del autocontrol… nos guste o no debe ser así, por ahora.

Desear que todo sea como antes, e intentar «normalizar» puede despistarnos de la «nueva normalidad», la de ahora, temporal.

¿Qué nos puede ayudar a adaptarnos mejor sin sentirnos frustrados?

No anticipar: no estar constantemente imaginando y dando por hecho que esto va a ser interminable, que no podremos llevar a cabo planes, que tarde o temprano nos vamos a contagiar… estar sin darte cuenta anclado y atrapado por ese tipo de pensamientos de futuro terrible, pero que no existen, solamente en tu cabeza, y esto hará que estés deprimido o irritable sin poder cambiar ni controlar nada de lo que te imaginas y anticipas.

Céntrate en lo que sí puedes hacer y tienes y disfrútalo. Ahora precisamente eso cobra más importancia que nunca, ahora es el momento de valorar lo que quizás antes pasaba desapercibido para tí, lo normal para tí….pero que ahora es significativo. No te pierdas esto real, con penas por lo que ahora no puede ser, y sácale partido, incluso.

Recordar lo que no puedes o no tienes también te deprime , te paraliza y dificulta la adaptación. Céntrate en lo que sí puedes controlar.

Comparte con otros tus sentimientos, penas y alegrías, las penas para desahogarte y ver puntos de vista distintos (no para victimizarte ) y las alegrías para sentirte aún mejor, porque compartirlas aumenta su intensidad y duración en el tiempo.

Ilusiónte y planifica a corto plazo hoy , qué quieres hacer hoy, qué tienes que hacer hoy, qué te apetece… mañana aún no existe.

Dedícate tiempo para lo que te parecen tonterías, cosas absurdas, para tus manías y para esas cositas que nadie sabe y que hasta tú mismo a veces te juzgas… tienes derecho.

Y hasta dedícate un ratito al día, media hora por ejemplo para preocuparte, con tiento!!! y corta!! sabes que todos los días vas a tener permiso para hacerlo.

Y sobre todo sal, exponte, adáptate a tu ritmo, cada uno el que necesite, sin presiones de fuera ni tuyas.

No es peor, ni patológico, sentir un miedo real que te va a ir marcando tus tiempos.

Enlace al artículo en el ABC

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