Los «listos» y oportunistas psicológicos del Covid


Quizás sea necesario poner el acento en la principal característica de una persona oportunista que es el egoísmo, egoísmo no deseable y que se referiría a un comportamiento antisocial pensando en el propio beneficio, anteponiendo el interés propio por encima de los principios éticos, (buscar definiciones), sobre todo con la intención de ganar dinero y/o protagonismo, aprovechándose de momentos de debilidad social, personal, emocional… Son los que yo llamo «listos», los que manipulan o anulan psicológicamente a las personas que están pasando por grandes dificultades y que se ven necesitadas de un apoyo «del tipo que sea» y que en ese momento aparece de forma milagrosa y «acertada» (para quien lo ofrece), porque estos listos, viendo la debilidad emocional del otro, se presentan a sí mismos como salvadores o conocedores de fórmulas y estrategias de solución que «inexplicablemente» nadie conocía ¿hasta ahora?

Cuidado, porque en estos momentos tan difíciles a todos los niveles (económicos, psicológicos, de salud, de incertidumbre y de indefensión), pueden aparecer y aparecen los salvadores que en apariencia además son empáticos pero que en el fondo son, todos, personas con rasgos psicopáticos.

Cuando sentimos indefensión ante algo que no podemos controlar, buscamos siempre algo real o mágico en lo que apoyarnos, algo que nos haga sentir mejor, algo que nos de seguridad, algo que nos libere de la angustia. Cuando estamos en un estado de desesperación y soledad, curiosamente aparce algo o alguien que aunque al principio nos hace dudar, lo introducimos en nuestro sistema de protección psicológica por la necesidad que tenemos de resolver. Es un mecanismo psíquico de defensa inconsciente que valora de forma superficial esas «soluciones milagro» y que a veces, dependiendo de la necesidad, logra convencernos a nosotros mismos de que efectivamente hemos encontrado algo especial. Ese valor de especial que le atribuimos a esa persona o medicamento o lo que sea, hace que confiemos, sin dudas ya, en que será la panacea, nos liberará de culpas, de esfuerzos, nos sentiremos apoyados e incluso especiales por haberlo descubierto. Este es el fundamento que utilizan los que ahora estamos viendo aparecer haciendo estragos: La manipulación psicológica del «débil». Qué curioso que en época de pandemia mundial sólo unos pocos sean capaces, por casualidad, de encontrar fórmulas que nadie, ni los mejores científicos, están siendo capaces de encontrar. No sirven planteamientos políticos ni económicos para justificar la no solución hasta ahora, de algo que nos está minando en todos los aspectos de nuestra normalidad y de nuestra vida. Es imposible sostener una razón paranoica que justifique lo que estamos viviendo. Así empiezan los movimientos negacionistasmanteniendo unas ideas y planteamiento de esta situación que les viene bien a unos pocos, la importancia del grupo y la listeza del líder. Ahora es cuando empiezan a comercializarse «medicamentos» milagro sin ningún registro de sanidad en forma de ¿gotas con lejía?, ¿supuestas vitaminas C en polvos y en bolsas quizás siendo harina?, ¿supuestos psicoterapeutas (que es distinto de psicólogos) que te ofrecen apoyo gratuito, en principio, pero que están consiguiendo una dependencia emocional para después lucrarse? Supuestos médicos que te recomiendan terapias «raras», desconocidas hasta ahora…

No existe NADA que por casualidad alguien descubre ahora como solución mágica y que si existía, en una situación así, nadie o alguien se la guardaría con razones que sólo, minoritariamente, entienden los que quieren entender. Aceptamos lo desconocido o lo que previamente no nos cuadraría, por estar en momentos de necesidad psicológica de protección. Siempre necesitamos una explicación y contextualizar lo que nos pasa para poder poner en marcha estrategias de afrontamiento. Cuando eso no existe, como ahora, se tiende en algunos casos a aceptar soluciones, comportamientos y teorías que nos cuadran o tranquilizan , aunque nuestra razón nos daría un tirón de orejas en otro momento, pero que ahora al estar descolocados, aceptamos e interiorizamos como posibles y válidas.

¡Cuidado! mucho cuidado. Las consecuencias de adherirnos a lo «desconocido» y a la vez «milagroso», puede traernos consecuencias que no imaginamos ni queremos imaginar en el mismo plano de lo que estamos intentando controlar y resolver.

Quienes prescriben que sean médicos y colegiados. No hay que tener miedo a pedir la titulación, ¿por qué? , si lo son no tendrán ningún reparo en justificarlo. Los psicoterapeutas, cuidado, no son psicólogos aunque nos puede parecer lo mismo. Que nos enseñen el título de licenciado, y carnet de colegiado… En medicaciones, también, que nos enseñen certificaciones y resgistros de sanidad.Cuidado, repito, porque podemos ser nuestros propios y peores estafadores psicológicos en estos momentos en los que todos, todos, estamos en parte a la deriva de la evolución de esta pandemia y necesitando cualquier apoyo que ciertamente sirva, a todos.

Artículo en el ABC

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