Cómo controlar las amenazas y rabietas de los hijos a cualquier edad
Nos les hace falta mucho a los hijos, a cualquier edad, para aprovechar cualquier atisbo de flaqueza, miedo o entrega incondicional hacia ellos por nuestra parte. Así empieza todo. Quererles y protegerles no es darles todo lo que quieren sin pedirlo y ni aun pidiéndolo.
Se requiere una buena educación para enseñarles que lo más importante es lo «necesario», en cuanto a lo material y el amor, en cuanto a lo emocional. Criamos a hijos sobreprotegidos y luego estos se convierten en niños con conductas caprichosas y tiranas, niños llenos de frustraciones cuando llegan a la adolescencia y edad adulta, niños que no saben respetar y que no conocen la empatía. Les estamos fortaleciendo, sin querer claro, el ego, yo yo yo yo... y el egoísmo en situaciones de interacción social o de pareja. Les hemos enseñado que ellos son el centro y que lo que deseen está por encima de todo: «Te hago esto, lo otro, no te preocupes que mami resuelve, no te muevas que yo lo quito, dime quién te ha dicho eso...» y así, sin darnos cuenta, les estamos educando en la comodidad, en la falta de generar soluciones, en «otro me lo resuelve», en la poca motivación para conseguir algo por sí mismos. Y eso no nos da más valor, padres, no no noooooo, ni os garantiza tener un niño encantador, más bien al contrario, tendremos hijos adultos con muchas ansiedades, inseguridades porque nunca les hemos dado la oportunidad de hacer las cosas por sí mismos. Nuestro exceso de atención y complacencia lo traducen en «ellos están a mi servicio, yo puedo pedir y tener lo que quiera» y no lo traducen en un acto de amor y protección.
Si lloran o para evitar que lo hagan les damos tal, si gritan o para evitar que la monten les damos cual, si nos amenazan con irse de casa, con suicidarse… aumentan aún nuestras atenciones.Ante estas conductas suyas, nos hace expresarnos entrando en el juego de lo que ellos precisamente están buscando: su capricho, lo que en ese momento él y solo él quiere y prefiere. Les hemos mostrado durante años en este tipo de educación, que nuestra parte vulnerable es el malestar de ellos y ahora es cuando nos damos cuenta de que «se nos ha ido de las manos el niño».
Lo que más hay que reforzar en los niños es el amor y el respeto, sin que lo confundan con la sumisión. La empatía también se aprende, pero en estos casos ya es difícil revertir este tipo de comportamientos si no es con la ayuda del psicólogo. Es importante no centrarse sólo en reforzar resultados académicos, que además luego utilizarán para chantajear, ni nosotros utilizar el «si apruebas te doy…». Los chicos estables e inteligentes, y educados en la responsabilidad, estudiarán como una actividad más de su día y como una más de sus obligaciones, y no lo harán tampoco como una forma de agradarnos o de aumentar su autoestima. Cuidado con exigir resultados extremos en el cole a un niño que ya vemos hiperresponsable (que éste ya sería otro tema)
Es importante desde pequeños hacerles partícipes de las tareas de la casa, las hagan como las hagan, de asumir «responsabilidades», es importante hacerles ver que no pueden ni van a tener todo lo que ellos quieran ni cuando quieran, aunque para nosotros no suponga ninguna imposibilidad hacerlo.
Ante las amenazas que muchos se atreven a hacernos, nunca debemos flaquear, nunca deben vernos susceptibles de manipulación, y aunque tensen la cuerda hasta extremos impensables, pensad: ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que se vayan de casa…? Ya volverán, si es que se atreven a irse. Se darán cuenta de que nos necesitan, aunque solo sea económicamente. Ante un «me das asco...» «no quiero ni verte…», bueno, tampoco nos alteraremos, evidentemente es una falta de respeto, ante todo, pero les haremos ver que eso que nos dice no nos daña y sí puede empeorar las cosas hacia ellos. No nos hace falta su cariño, y se lo expresaremos así.. Las limitaciones que les hacemos, prohibiciones, llamadas de atención, privaciones materiales... son una manifestación del amor que ellos no entienden y de lo que queremos que aprendan, y es normal que ellos solo lo vean como castigos: «quieres putearme».
Hay una excepción que se da en los niños pequeños, y es que hasta los 5 ó 6 años son egocéntricos por naturaleza, no egoístas, que es distinto. El egoísta carece de empatía ante las necesidades de los demás, sabe lo que eso significa y se antepone a todo. El egocentrismo en estas edades tempranas ocurre en todos los niños y no es posible explicarles, porque no lo van a entender, que existen otras prioridades, que existen dificultades económicas… no, no sirve… simplemente tendrán que quedarse sin ello y así aprender por sí solos y aprender además a tolerar la frustración de no conseguir lo que sea. Los niños ya más mayorcitos, a partir de los 7 años, ya si son capaces de diferenciar y de entender cuándo existe una imposibilidad, algo que es más importante que su capricho; y si aún así se empeñan o «la montan», pues ajo y agua, porque ya está en juego la lucha de poder y como cedas ante un capricho... ¡qué quieres que te diga! empiezas a estar perdido.
Así que al hacer la carta a los Reyes Magos este año, que doy por hecho que va a ser distinta y más corta, tendremos que tener en cuenta estas reacciones de los hijos y no caer en el miedo a las consecuencias de cualquier negativa o restricción por nuestra parte hacia ellos, hacia lo que cuenten esos pequeños tiranos en casa.
Niños educados sin caprichos (habituales así porque sí o por nuestro miedo) y con responsabilidades medidas a su edad, son adultos más exitosos y seguros. Siempre.
Psicóloga clínica y sexóloga - 615224680
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